La miel, antibacteriana y antiinflamatoria

por Ph.D. Lisa Julian

La miel es más que una delicia, se ha utilizado con fines medicinales desde la antigüedad, y aunque parece ser simplemente una fuente natural de azúcar, tiene numerosas propiedades que ahora se ha demostrado científicamente ser beneficioso para nuestra salud. Elaborada por las abejas, la miel se hace a partir del néctar de las flores, y contiene componentes tales como polifenoles, proteínas, aminoácidos, ácidos orgánicos y una molécula llamada metilglioxal, además de los azúcares simples,  glucosa (alrededor de 30 %) y fructosa (aproximadamente el 40 %), y agua (aproximadamente 20 %). Debido a que algunos componentes de la miel son de origen vegetal y algunos provienen a partir de las abejas de los alrededores, los lotes de miel pueden ser muy diferentes de un lugar a otro y de un año a otro.

Por ejemplo, algunos tipos de miel tienen propiedades antibacterianas y antifúngicas especialmente eficaces. La miel de manuka, hecho en Nueva Zelanda desde el arbusto nativo manuka, tiene especialmente alto contenido de metilglioxal. Es eficaz como un tratamiento tópico para heridas y quemaduras y para prevenir la infección. El elevado contenido de acidez y azúcar de la miel, genera un ambiente desfavorable para los micoorganismos que sobreviven, y esta es otra característica que contribuye a sus efectos antibacterianos. El peróxido de hidrógeno, presente en todos los tipos de mieles, contribuye a sus efectos curativos. Las abejas producen y proveen a la miel, una enzima llamada glucosa oxidasa; durante la reacción de oxidación de moléculas de glucosa en la presencia de esta enzima, el peróxido de hidrógeno se produce como un subproducto y queda contenido en la miel.

La miel es también un agente antiinflamatorio. Por ejemplo, la reducción de la inflamación y dolor en la boca, esófago y estómago, asociados con la quimioterapia, ahora se ha documentado clínicamente. El cáncer de cabeza y cuello que reciben quimioterapia o radioterapia, a menudo experimentan efectos secundarios dolorosos y daño tisular, y además la inflamación resultante que puede impedir la capacidad de comer y tragar. La ciencia apoya la idea de que las abejas proporcionan una proteína llamada apalbumin 1 (APA1) durante su producción de miel. La proteína APA1 está involucrada en el mecanismo biológico para combatir la inflamación en el organismo y es un aspecto de los efectos inmunoestimulantes de la miel.

Quizás aún más interesante, es la afirmación de que la miel puede tratar las alergias estacionales. Las alergias son causadas cuando el cuerpo reconoce una partícula extraña o antígeno como nocivo y crea una respuesta inmune para librar el cuerpo de la sustancia potencialmente peligrosa. Los alérgenos pueden incluir mohos, alimentos, proteínas de grano, ácaros del polvo, polen, etc., y los síntomas comunes incluyen estornudos, tos y ojos llorosos, y también la inflamación. A veces, el antígeno invasor es inofensivo, pero en el cuerpo, estos mecanismos inmunes e inflamatorios pueden ser intensos.

Las alergias se pueden desarrollar en cualquier etapa de la vida, y si bien es posible superar las alergias infantiles, a veces continúan hasta la edad adulta. Esas alergias que persisten por lo general no se pueden curar completamente, pero pueden ser insensibilizados por la exposición repetida al alérgeno en pequeñas cantidades. Con el tiempo, una inmunidad natural se genera en el cuerpo, ya que no reconoce esa sustancia como nociva. Un posible mecanismo para los efectos anti-alergénicos de la miel, deriva del hecho de que las abejas incorporaron granos de polen locales en la miel que producen, y repitiendo pequeñas exposiciónes a este polen a través del consumo de miel, puede mejorar la respuesta inmune en el cuerpo.

Por lo tanto, con el fin de tratar las alergias estacionales, la miel debe ser producida localmente con las abejas que proveen pólenes que causan alergias y que son específicos de la zona. La miel también se debe consumir sin calentar, para obtener el máximo beneficio, ya que la calefacción prolongada puede destruir proteínas importantes, enzimas y moléculas orgánicas inestables. El tiempo también puede ser importante si está tratando de utilizar la miel para tratar las alergias estacionales. Se cree que el consumo de miel de manera consistente en los meses previos a la temporada de alergias, dará tiempo para la generación de su inmunidad personal.

Aunque hay mucho de lógica y evidencia epidemiológica para apoyar la capacidad de la miel para mejorar las alergias estacionales, todavía hay debate en la comunidad científica, ya que ha sido un reto demostrar sus efectos anti-alergénicos clínicamente y estadísticamente. Sin embargo, no sorprende que la medicina occidental no ha sido capaz de desentrañar los beneficios de la miel en la clínica, como suele ser el caso cuando se trata de entender los alimentos integrales, y en especial la miel en toda su complejidad y variación. Habrá diferencias significativas en lotes año a otro, incluso cuando se utiliza la misma miel de fabricación local, por lo que la determinación de la dosis adecuada para cada individuo y en un entorno clínico controlado,  será casi imposible.

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