La historia de Don Israel Weisburd, el pionero que llegó a competir con La Forestal y demostró que la gente de Santiago del Estero no tiene por qué estar condenada a la pobreza

La historia de Don Israel Weisburd, el pionero que llegó a competir con La Forestal y demostró que la gente de Santiago del Estero no tiene por qué estar condenada a la pobreza

Aldo “Chito” Zalazar fue comisionado municipal, desde 2008 hasta 2017, de un poblado de un pueblo ubicado en medio del “Chaco santiagueño”, una región poblada de monte impenetrable donde abundaban árboles de quebracho colorado y blanco, algarrobo, chañar, guayacán, mistol, quimiles y plantas llenas de espinas. En el siglo 19 el poblado era apenas un paraje llamado El Bravo.

Pero después cambió de nombre: Weisburd.

Esta región vivió una época de esplendor, porque allí llegó a vivir con su familia en 1906 un pionero de origen judío ruso, llamado Israel Benjamín Weisburd, que en Moisés Ville (Santa Fe) había tenido almacén de ramos generales.

Con el objetivo de proveer madera de quebracho para los durmientes del ferrocarril, comenzó como encargado de la compañía maderera de Don Julius Hasse, cerca de Tintina, Santiago del Estero, adonde llegó en tren. Llegó a decirle a su patrón: “Aquí compraré un campo y echaré raíces para siempre, como el centenario algarrobo que cobija a los pájaros y al resto de los animales, como también al hombre, dando sombra, frutos, madera y abrigo”.

Poco a poco se fue independizando. Compró unas 30.000 hectáreas de bosque virgen alrededor del paraje El Bravo y a allí se fue a vivir. En 1920 llegó a despachar sus propias 80.000 toneladas de leña. En 1933 la estación El Bravo, por decreto del Poder Ejecutivo Nacional, pasó a llamarse Weisburd.

En 1941, Don Weisburd fue por más y desarrolló el emprendimiento industrial más grande del siglo 20 en toda la provincia: una fábrica de tanino –el oro rojo del momento- que fue competencia de la inglesa “La Forestal”. Al año ya poseía 92.500 hectáreas.

Se estima que el tanino del quebracho santiagueño era de menor calidad que el del quebracho chaqueño. El tanino era un extracto del quebracho que resultaba de chipear la madera y luego hervirla. La empresa llegó a tener unos 3500 operarios, y a funcionar las 24 horas y los 365 días del año, produciendo unas 20.000 toneladas anuales.

 

 

Para extraer el tanino y para la nueva población, aquellos colonizadores necesitaron mucha agua. Con la ayuda de su sobrino León, ingeniero hidráulico, los Weisburd diseñaron perforaciones, acueductos, represas para 17 millones de litros, con motobombas y un depósito de 20.000 litros de nafta, cisternas de hasta 50 metros bajo tierra para agua potable, y cañerías para agua corriente no potable en todas las casas. Sólo bebían agua de lluvia y para eso hicieron aljibes.

Fueron impulsores de la canalización del río Bermejo, para proveer de agua a todo Santiago y hasta de su navegabilidad, porque Don Weisburd pensaba en el transporte por barcazas, como en Europa. El tanino se envasaba en bolsas de arpillera de 50 kilos, para ser utilizado en las curtiembres y en la perforación de pozos petrolíferos. En su mayor parte era exportado a Estados Unidos, Japón, Alemania, Cuba y Polonia. León fue cofundador de la Facultad de Ingeniería Forestal de la provincia, porque decía que el futuro de la misma estaba en la extracción racional de los recursos forestales.

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